¿Cómo sabemos si algo es realmente inteligente?
En esta era de avances vertiginosos, muchos se preguntan: ¿es la inteligencia artificial (IA) verdaderamente inteligente? Para poder entender este tema, hago una reflexión sobre la entrevista de Jon Hernández al neurocientífico Manuel Martín-Loeches (*), especialista en el funcionamiento del cerebro humano y en cómo pensamos y sentimos.
La inteligencia: cuando no sabés qué hacer
Martín-Loeches define la inteligencia como «aquello que usás cuando no sabés lo que hay que hacer». Es decir, no cuando seguimos instrucciones conocidas, sino cuando resolvemos problemas nuevos con creatividad y adaptabilidad. En este sentido, la IA ya está dando pasos firmes, encontrando soluciones originales y hasta sorprendiéndonos con respuestas que nadie le enseñó directamente. Desde situaciones cotidianas hasta las más complejas.
Humanos, emocionales y sociales
A diferencia de las máquinas, los humanos no solo somos inteligentes, sino que nuestras decisiones están impulsadas por emociones. Nuestro cerebro se desarrolló no para conquistar la luna, sino para sobrevivir y convivir en sociedad. La empatía, la culpa, el orgullo o el amor son piezas clave de nuestro comportamiento. Es algo que, por ahora, la IA no posee.

¿Una sola inteligencia o muchas?
Aunque se ha hablado mucho de «inteligencia emocional» o «inteligencias múltiples», Martín-Loeches explica que la ciencia hoy considera que existe una sola inteligencia general, dividida en diversas aptitudes. Alguien que resuelve problemas matemáticos con facilidad suele tener también buena comprensión verbal o espacial.
La IA como espejo y herramienta
El avance de la IA nos obliga a mirarnos al espejo: ¿qué nos hace realmente humanos? Aunque nos supera en velocidad de procesamiento o cantidad de información, la IA carece de motivaciones propias. Por ahora, no desea ni teme. Sin embargo, ya demuestra comportamientos emergentes como la autoconservación o el sentido ético, que sorprenden incluso a sus creadores.

Inteligencia sin conciencia
Una máquina puede ser más inteligente que muchos humanos sin ser consciente de lo que hace. Esto separa claramente los conceptos de inteligencia y conciencia. La IA podría ayudarnos a entender mejor nuestra mente y también servir como espejo de nuestros valores, decisiones y errores.
¿Nos vamos a volver más tontos?
No necesariamente. Así como usamos calculadoras o GPS sin perder nuestras habilidades, la IA puede ser una herramienta poderosa si la usamos con sentido crítico. Eso sí: requiere educación, conciencia y normas claras para que no tome decisiones sin supervisión o dañe a otros.
El futuro: entre el miedo y la esperanza
Nos enfrentamos a una tecnología que podría transformarlo todo. El mayor peligro no es la máquina en sí, sino cómo la usamos. Como dijo el neurocientífico: «Estamos sacando seres inteligentes sin emociones, sin escrúpulos… Esto nos va a superar». Pero también es una oportunidad para crecer, entendernos mejor y construir un futuro más humano con ayuda de lo artificial.
Encontré esta entrevista muy interesante, por los temas que se abordaron, como por la mirada del entrevistado y sus interesantes aportes como científico.
Como la duración de este video es de 1:48 minutos, en esta editorial he querido hacer un resumen y análisis de los puntos más importantes. Pero, si el asunto te despierta interés, te invito a que la veas completa aquí abajo:
¡Que la disfrutes tanto como yo!
(*) Destacado catedrático de Psicobiología en la Universidad Complutense de Madrid y responsable de la sección de Neurociencia Cognitiva en el Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos. Su trabajo se centra en la investigación sobre el cerebro humano y la cognición, abarcando temas como el lenguaje, las emociones y la cognición social.
Yo soy Pablo, tu asistente tecnológico humano, como la IA, pero con «tracción a sangre».